Realmente uno nunca sabe por qué puerta te va a entrar el fraude ni tampoco qué vas a perder después del estrago. No sé si los estafadores son delincuentes o artistas, o tal vez los dos, lo cierto es que desarrollan muy bien el poder de convencimiento para entrar en nuestras vidas, nuestros negocios y nuestros hogares.
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Cierto día recibí la llamada de un cliente al que le habían robado en su negocio y quería ver de qué forma le podía ayudar. Me explicó lo siguiente: “Tengo un negocio establecido desde hace algunos años y además soy el propietario del edificio que ocupa mi negocio. Por necesidades estratégicas necesito mudar mi negocio para un área mas céntrica de la ciudad y le he comentado a algunos agentes inmobiliarios sobre mi intención de vender el edificio. Hace 5 días me llamó uno de esos agentes y me explicó que Gerardo (nombre cambiado), un potencial comprador, había recibido una herencia de 15 millones de dólares y era su intención invertirla en la codiciada industria de los bienes raíces. Ambos se presentaron en mi negocio y Gerardo quedó encantado con el edificio y aceptó comprarlo. Ésta sería la quinta propiedad en la que Gerardo firmaría un contrato de compra-venta. Dos días después Gerardo se presentó solo en mi negocio, casi ya a punto de cerrar, y le explicó a la recepcionista que necesitaba hacer algunas mediciones en el interior del edificio y que su agente inmobiliario no estaba disponible. Gerardo realizó sus mediciones y luego se marchó. Al día siguiente cuando yo entre a la oficina me doy cuenta que faltan algunas cosas pequeñas entre ellas un cuadro de la República que tiene mucho valor histórico. Al revisar las cámaras de seguridad observo que fue Gerardo quien se las llevó. No entiendo para qué un inversionista millonario necesita robar. Ahora ya no nos responde ni al agente inmobiliario ni a mí. ¿Qué se puede hacer?”.
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“Primero que todo se debe reportar los hechos a la policía a fin de sentar un precedente y segundo necesitamos investigar un poco este asunto para poder entenderlo”, le respondí a mi cliente.
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Como parte de la investigación revisamos las grabaciones de las cámaras de seguridad y efectivamente, Gerardo se había llevado el cuadro, su modo de actuar era típico de un delincuente con experiencia. El vehículo que usaba Gerardo tenía placas falsas. Pero aunque Gerardo fue muy astuto para engañar a las personas con su lenguaje educado y su buena presencia, no fue suficientemente inteligente como para cambiarse el nombre o usar documentos falsos al hacer sus fechorías. Basado en esos datos establecimos la verdadera identidad de Gerardo, un hombre con más de 20 años de carrera delictiva entre los que encontraban cargos por robos menores, robos de vehículos, falsificación de cheques, acceso ilegal a propiedades privadas, fraude de tarjetas de crédito, presentación engañosa, robo de identidad y violación de libertad condicional. Gerardo había pasado casi 8 años presos por este tipo de delitos, pero al parecer todo ese tiempo en cárcel no le sirvió para su rehabilitación. De millonario nada, este hombre no tenía ni dónde caerse muerto. Tal vez tendría mejor vida en la cárcel donde le daban comida y cama gratis.
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En menos de 72 horas de haber iniciado la investigación encontré a tres nuevas víctimas. La primera era una familia que estaba vendiendo su casa y a la cual le presentaron a Gerardo, como un millonario inversionista, y durante el recorrido por la casa se desaparecieron misteriosamente varias joyas de oro de la familia. La segunda víctima era un agente inmobiliario que después de presentarle a Gerardo varias propiedades de su interés, todas muy caras por cierto, se dio cuenta que sus tarjetas de crédito habían desaparecido misteriosamente de su billetera ubicada sobre el escritorio. A la tercera víctima también se le desaparecieron joyas y relojes caros luego de la visita de Gerardo, el falso inversionista, en su casa.
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El modus operandis de Gerardo era sencillo: se presentaba en oficinas de agentes de bienes raíces como el heredero de 15 millones de dólares deseoso de invertir en propiedades caras. Los agentes deslumbrados con este cliente comenzaban de inmediato a mostrarle propiedades en venta, eso sí, él solo quería ver propiedades que estuvieran habitadas y funcionando. Una vez que Gerardo entraba a dichas propiedades entonces ocurría la magia y comenzaban a desaparecer cosas de valor. El fallo aquí lo cometieron, lamentablemente, los agentes inmobiliarios quienes no verificaban los antecedentes ni pedían constancias de fondos bancarios del inversionista. Este error no solo causaba a daños a los propietarios de casa sino también a la imagen del agente inmobiliario. Una vez con todos estos reportes policiales e investigativos me comuniqué con la oficina de violación de libertad condicional para que pudieran proceder al arresto de Gerardo. Aun lo andan buscando.
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Por su seguridad tómese el tiempo de verificar los antecedentes y la solvencia económica de aquellas personas, sean estas millonarias o no, antes de darle acceso a lugares donde puedan robar o encontrar victimas para sus fraudes. No se deje engañar ni crea en palabrerías.
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Cuídese del fraude, pero si necesita ayuda, llámeme al 866-224-1245.
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Junio 20, 2016
Por el Detective Fernando Álvarez
DIARIO LAS AMERICAS
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